Capella y el Carrete, ¿amigos o enemigos?

7 agosto 2019
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Capella y el Carrete, ¿amigos o enemigos?

Por Ricardo Ravelo

Durante el gobierno de Graco Ramírez –actualmente refugiado en Cancún a la sombra del gobernador Carlos Joaquín González –Santiago Mazari Miranda, El Carrete, operó con absoluta impunidad. Tan es así, que el propio narcotraficante denunció mediante sendas narcomandas que le pagaba al encargado de la seguridad en Morelos, Alberto Capella, quien presuntamente lo protegió.
​Incluso, el poeta y activista social, Javier Sicilia –quien vivió una cruda experiencia con la muerte de su hijo, Juan Francisco Sicilia, a manos de criminales en Morelos –acusó que El Carrete operó en esa entidad con protección oficial.
​Sin tapujos, lo dijo en estos términos: “¿Quién está protegiendo a El Carrete? Esa es la gran pregunta, porque El Carrete no puede operar de esta manera si no está protegido por redes muy agudas y profundas y muy sucias dentro de la estructura del Estado.
​Al asumir la titularidad de la Secretaría de Seguridad Pública en Morelos, el 7 de abril de 2014, Alberto Capella se comprometió a frenar el tráfico de drogas en esa entidad, la fuga de internos, a poner orden en los penales –el crimen organizado ya había tomado el control de todas las prisiones –y a meter en orden a la policía del estado, ligada al crimen, lo que no puso hacer a pesar de que en Morelos se creó el llamado “Mando Único”, que terminó envuelto en la corrupción.
​Sin embargo, el paso de Capella por Morelos significó un rotundo fracaso en materia de seguridad, pues en ese estado se afianzó la delincuencia organizada con el posicionamiento del cártel de “Los Rojos” y “Guerreros Unidos” que, tanto de día como de noche, protagonizaron balaceras y enfrentamientos; se disparó el secuestro al aumentar hasta en un 112 por ciento, según denuncias de ONG´s. Tan sólo de 2012 hasta julio de 2018 –ya con Capella en el cargo de Comisionado de Seguridad –se presentaron 422 casos, la mayoría sin esclarecerse, donde las víctimas fueron asesinadas aún cuando los familiares pagaron los respectivos rescates.
​No sólo eso: los homicidios dolosos también se fueron a la alza: Al término de su administración, la Fiscalía del estado había integrado 721 carpetas de investigación por asesinatos, además de una ola de feminicidios que azotó Graco Ramírez dejó una herencia funesta: los casos de desapariciones y el esclarecimiento de las fosas clandestinas descubiertas en varios municipios donde el crimen organizado sepultó a sus víctimas.
​Sin embargo, la pesadilla más inquietante fue la impunidad con la que operó Santiago Mazari en Morelos. Fue el propio jefe de “Los Rojos” el que acusó públicamente a Capella de recibir presuntamente dinero de su organización criminal para dejarlo operar, pero una confrontación entre ambos sacó a relucir el presunto encubrimiento.
​Mediante unas narcomantas, firmadas por Santiago Mazari y que fueron colgadas en varios municipios de Morelos, El Carrete, también conocido como El Señor de los Caballos, lanzó un duro mensaje el entonces comisionado de seguridad en Morelos:
​“Jesús Alberto Capella, mira puto Secretario de Seguridad Pública, yo no necesito pedir favores, pendejo, yo te voy a poner en tu puta madre si sigues chingando y para que sepas, puto, tengo gente en Guerrero y Morelos, en todas partes, para que no andes averiguando. Le mordiste la mano al que te dio de tragar ojete, ya que no te acuerdas que te mandaba los tenis nuevos para ti y los boletos de avión pendejo, y los 50 mil para tus detalles hijo de tu puta madre culero, deja de proteger a los secuestradores y roba gasolina..ya deja en paz a mi estado, pendejo”.
​El largo mensaje apareció impreso con máquina y en lonas plásticas. En otros párrafos, el mensaje presuntamente firmado por El Carrete añadía: “Aquí el que a puesto orden y limpia soy yo…pendejo, no me voy a dejar que me agarren, pero el día que me agarren ponte a hacer ejercicio porque nos sacaremos un tiro hijo de tu puta madre, voy a ver con las amistades a ver si es cierto que te están apoyando para ver en qué puto cártel estás trabajando…No te acuerdas que hablabas conmigo, los chapos van a matar a tu familia, los chapos son mis hijos…Ate, El Señor de los Caballos”.
​Pese a esta confrontación, nadie se explica por qué el narcotraficante no fue detenido por Alberto Capella cuando fue comisionado de seguridad en Morelos, pues en esa entidad todo el mundo sabía que el jefe de “Los Rojos” estaba refugiado en el municipio de Amacuzac, donde su primo, Alfonso Miranda Gallegos, fue alcalde en el trienio 2009-2012.
​A lo largo del sexenio de Graco Ramírez, El Carrete vivió tan impune y protegido como lo hizo Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, durante el gobierno del panista Manuel Estrada Cajigal.
​Esparragoza operaba el tráfico de drogas a gran escala desde Morelos; controlaba a toda la policía e incluso movía cuantiosos cargamentos de droga en las patrullas de la policía estatal, entonces a cargo de Agustín Montiel, quien era uno de sus cómplices.
​El Carrete tomó el liderazgo de “Los Rojos” en el año 2012, casi al inicio de la gestión de Graco Ramírez y durante siete años se movió a sus anchas por todo el corredor Morelos-Guerrero; según los datos estadísticos, durante ese lapso de tiempo se implementaron al menos unos 60 operativos especiales para localizarlo y detenerlo, pero el capo siempre estuvo muy bien alertado en Morelos, pues nunca se le pudo detener.
​En mayo del 2014, la Policía Federal detuvo a dos operadores del líder del cártel de “Los Rojos” en el sur de Morelos. Según las investigaciones, los sicarios traían órdenes de ejecutar a Alberto Capella. Los criminales fueron identificados como Agustin Fonseca, “El Ratón” y Ranferi Díaz Pacheco, “la Rana”.
​Esta detención ocurrió precisamente en el momento más álgido de la confrontación entre “Los Rojos” y “Guerreros Unidos”, quienes se disputaban a sangre y fuego el control del tráfico de drogas en el corredor Guerrero-Morelos, uno de los más importantes del sureste del país.
​Las indagaciones federales de entonces indicaban que El Carrete, presuntamente hastiado de pagar protección sin que le cumplieran, se sintió traicionado por Alberto Capella y le ordenó a “La Rana” dar seguimiento al jefe policiaco y a su familia para asesinarlos.
​Sin embargo, los sicarios fallaron en sus intentos. “La Rana” era considerado uno de los hombres de mayor confianza de El Carrete. El pleito a muerte entre Capella y el capo se habría agudizado tras la detención, en Jojutla, de Alexis Oswaldo “N”, de 21 años de edad, presunto hijo de Santiago Mazari, cuando iba a bordo de un vehículo con otros cómplices en posesión de armas y droga.
​El propio detenido confirmó ser hijo de Mazari: al ser capturado –informó en aquella ocasión Capella –Alexis Oswaldo trató de intimidar a los policías amenazándolos de muerte, pero al llegar a las instalaciones policiacas cambió su postura y dijo que tenía más de dos años de no ver a su padre porque huyó de Morelos por las capturas que han hecho de su organización criminal que está disminuida y que sólo había tenido comunicación con él a través de los medios electrónicos.
​El gobierno de Graco Ramírez concluyó en octubre de 2018, unos días antes de la entrega de la administración, en septiembre de 2019, Jesús Alberto Capella fue separado del cargo de Comisionado de Seguridad en Morelos y apareció en Quintana Roo, donde el gobernador Carlos Joaquín González lo nombró secretario de Seguridad Pública en el estado.
​El nombramiento sorprendió a propios y extraños, pues al jefe policiaco no le acompañaban buenos resultados durante su paso por Morelos, sobre todo, porque fracasó en sus intentos por detener a Santiago Mazari, El Carrete.
​Después se supo que su nombramiento fue por recomendación de Graco Ramírez, quien posteriormente se refugió en Quintana Roo particularmente en Cancún. El exmandatario, quien es oriundo de Tabasco, acompañó al mandatario quintanarroense a un evento donde se develó una placa representativa de un parque industrial.
​Graco Ramírez es investigado por la Fiscalía Anticorrupción de Morelos por presuntos desvíos millonarios del erario público; también es investigado por la Fiscalía General de la República tras ser denunciado por la Auditoría Superior de la Federación por malversación de fondos públicos.
​Santiago Mazari es oriundo del municipio de Amacuzac, Morelos; se inició en el narcotráfico a la sombra de Arturo Beltrán Leyva, muerto en 2009 en la ciudad de Cuernavaca durante un operativo implementado por la Secretaría de Marina que lo ubicó en un lujoso departamento localizado curiosamente enfrenta de la 24 zona militar de Morelos.
​Tres años después de la muerte de Beltrán Leyva, El Carrete asumió el liderazgo del cártel de “Los Rojos” y comenzó la guerra con “Guerreros Unidos” por el control de la plaza: se disputaron el corredor de Guerrero-Morelos, boyante en el movimiento de cocaína y goma de opio.
​Durante su etapa de esplendor, Santiago Mazari adquirió fastuosos ranchos y pronto alcanzó fama porque invertía en la compra de caballos finos. De ahí se ganó el mote de El Señor de los Caballos. Con su poder criminal y económico, dobló a cuanta autoridad se le atravesó en el camino. Tan sólo en Morelos tenía a su servicio a un total de 15 alcaldes, de un total de 33 que despachaban en esa entidad hasta el año pasado.
​Sin embargo, la hegemonía de El Carrete tenía fecha de caducidad. El 1 de agosto su buena estrella se apagó: Ese día fue capturado por efectivos de la Guardia Nacional en la sierra de Guerrero, a donde se había internado hacía tres meses junto con Juan Castillo, El Teniente, su sicario.
​A finales de julio comenzaron los enfrentamientos con Guerreros Unidos. Fue por ello que el Frente Unido de Policías Comunitarias del Estado de Guerrero se dieron a la tarea de frenar los enfrentamientos y dieron parte a la Guardia Nacional de que El Carrete estaba escondido en la comunidad de Corral de Piedra, Guerrero.
​También dijeron que El Teniente, su pistolero, había muerto en los enfrentamientos y que Santiago Mazari estaba herido. La Guardia Nacional se trasladó a Corral de Piedra y ahí aprehendieron al jefe de “Los Rojos”, quien de inmediato fue internado en el penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco.
​Ahora los territorios que deja El Carrete pueden ser tomados por “Guerreros Unidos”, sin embargo, el Cártel de Jalisco Nueva Generación, cuyo jefe es Nemesio Oseguera, pueden dar la batalla por el control de estas plazas, lo que podría derivar en nuevos enfrentamientos y baños de sangre.
​En declaraciones al periodista Pedro Canché, publicadas en el portal Pedro Canché Noticias el 16 de enero de 2019, el secretario de Seguridad Pública de Quintana Roo, Jesús Alberto Capella, se delindó de cualquier vínculo con el cártel de “Los Rojos” y de la delincuencia organizada:
​“Ni Rojo ni ninguna mafia ni grupo criminal”, atajó, “soy azul”, en referencia al uniforme de policía en el que está enfundado al momento de declarar para este medio quintarroense.
​Más adelante, el funcionario pregonó que desmanteló al cártel de “Los Rojos” en un 95 por ciento durante su gestión como Comisionado de Seguridad Pública en Morelos, de abril de 2014 a septiembre de 2018. También presumió que bajó el índice de secuestros en un 38 por ciento en esa entidad. Y enseguida volvió a machacar que no pertenece a ningún cártel, sólo a los azules, es decir, a la policía.
​Sin embargo, Capella salió de Morelos arrastrando el estigma de sus presuntos arreglos con el jefe de “Los Rojos”, Santiago Mazar, El Carrete, a quien extrañamente nunca pudo (o no quiso) detener a pesar de que el capo se había convertido en el azote de esa entidad.

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